Domingo Casanueva no fue el mejor amigo del mundo. Tampoco era un hombre muy responsable. Cometió errores tontos mas de una vez, y más de una vez fueron los mismos. Acostumbraba alabar a los revolucionarios y lapidar a los líderes. En muchas ocasiones fue cómplice de actividades de dudosa legitimidad. No era un tipo realmente brillante, ni mucho menos inteligente, digamos que era astuto, pero no tanto. No tenía suerte en el juego, y anecdóticamente tampoco la tuvo en el amor. Por regla general, lo que empezaba rara vez lo llevaba a su término. La puntualidad no era su fuerte. No dominaba a ciencia cierta ningún tema en particular, y era común que dijese cosas sin base aparente. Hablaba fuerte y reía más fuerte aún. No podría asegurar que era feliz, así como tampoco puedo decir lo contrario. Lo conocí muy poco y mi primera impresión de él no pudo ser peor. Creo haberlo llamado ignorante mas de una vez, y creo no haberme equivocado. Era un personaje tosco y poco agraciado físicamente, lo que lo hacía víctima de las crueles bromas de sus compañeros de labores. La limitada información que reuní de él no habla a su favor. Lo conocí hace una semana y era obrero de la construcción que hoy superviso. Si tomo todos los antecedentes debo decir que no era una buena persona, a sus 47 años no tenía la mejor fama del mundo y quizás poco faltaba para que fuese la peor. Pero cuando la grúa que transportaba material falló y la carga que estaba mal asegurada se precipitó sobre mi, sólo sentí el fuerte empujón en la espalda y Domingo Casanueva salvó mi vida, al costo de la suya.
Esta noche lo estamos velando. Esta noche Domingo Casanueva es un héroe. Y todos están aquí para honrarlo.