jueves, 28 de octubre de 2010

No hay muerto malo...


Domingo Casanueva no fue el mejor amigo del mundo. Tampoco era un hombre muy responsable. Cometió errores tontos mas de una vez, y más de una vez fueron los mismos. Acostumbraba alabar a los revolucionarios y lapidar a los líderes. En muchas ocasiones fue cómplice de actividades de dudosa legitimidad. No era un tipo realmente brillante, ni mucho menos inteligente, digamos que era astuto, pero no tanto. No tenía suerte en el juego, y anecdóticamente tampoco la tuvo en el amor. Por regla general, lo que empezaba rara vez lo llevaba a su término. La puntualidad no era su fuerte. No dominaba a ciencia cierta ningún tema en particular, y era común que dijese cosas sin base aparente. Hablaba fuerte y reía más fuerte aún. No podría asegurar que era feliz, así como tampoco puedo decir lo contrario. Lo conocí muy poco y mi primera impresión de él no pudo ser peor. Creo haberlo llamado ignorante mas de una vez, y creo no haberme equivocado. Era un personaje tosco y poco agraciado físicamente, lo que lo hacía víctima de las crueles bromas de sus compañeros de labores. La limitada información que reuní de él no habla a su favor. Lo conocí hace una semana y era obrero de la construcción que hoy superviso. Si tomo todos los antecedentes debo decir que no era una buena persona, a sus 47 años no tenía la mejor fama del mundo y quizás poco faltaba para que fuese la peor. Pero cuando la grúa que transportaba material falló y la carga que estaba mal asegurada se precipitó sobre mi, sólo sentí el fuerte empujón en la espalda y Domingo Casanueva salvó mi vida, al costo de la suya.
Esta noche lo estamos velando. Esta noche Domingo Casanueva es un héroe. Y todos están aquí para honrarlo.

Surrealista


La mujer se desprende de su sombrero, y lo deja flotar con aparente calma en la marea compuesta por la melodia que emite el saxofón que toca un perro vecino. Alza su brazo y observa como el influjo de la luna atrae hacia ella un gusano de proporciones colosales, el cual al detenerse junto a ella abre su boca y la devora.
Sin ser masticada desciende hasta su estómago y busca un lugar vacío donde descansar un momento. Caminar por bosques y desiertos cansa a cualquiera. Las palabras que resuenan en el estómago de la bestia le hacen saber que no está sola, a su alrededor se halla una multitud de personajes que, al igual que ella, no desean ser acompañados. Por fin, la bestia en un acto natural, la deposita a los pies del GRAN MONOLITO, y desorientada desciende a las profundidades de la tierra entre aromas acres y colores ocres. El calor la sofoca y desea como siempre poder escapar en un grito, lejos de las miradas de los habitantes del inframundo.

Está cansada. Mañana será otro día para soñar los sueños de los que nunca despierta. Entre idea e idea, se bebe los miedos al desamparo, el olvido y la violencia. Dormirá, y talvez sueñe algo mejor.

jueves, 14 de octubre de 2010

Origami



Cada trozo de papel era una potencial criatura de su imaginario personal. Un ave. Un pez. Un gato. Un dragón. Recordaba como al inicio de su aprendizaje los modelos eran complejos a simple vista y los resultados prácticamente inalcanzables. Pero era persistente, y la persistencia dio paso a la técnica, y la técnica a la experticia, y la experticia a la maestría. Ya no quedaba un rincón de su casa que no albergara alguna de sus creaciones.

Era difícil precisar en que momento comenzó con esta afición, y cuando esta se transformó en una pasión. Con el paso del tiempo llegó a plegar mentalmente los trozos de papel hasta completar los diseños sin necesidad de utilizar sus manos, perfeccionándolos en un ejercicio de imaginación llevado al límite. "Convertir una cosa en otra", era su lema y plasmaba la satisfacción de su creación.

Luego, cuando su mundo personal se volvió mas satisfactorio y cómodo, comenzó a plegar mentalmente todo a su alrededor, árboles que se transformaban en estatuas, edificios que se convertían en castillos o montañas, incluso las personas de acuerdo a sus características tomaban la forma del animal que mas los representaba. Sus creaciones le parecián perfectas, su mundo le parecía perfecto.

Y cuando ya no quedó nada mas que plegar, se plegó a si mismo en un ave y voló por su universo de papel.