Paula abre los ojos, con esa sensación única de la
tibieza de otro cuerpo junto al suyo. Guarda silencio, se deja arrullar por la
respiración tranquila y acompasada que siente en su nuca, profunda como mar,
entonces una sensación eléctrica la recorre y vuelve a cerrar los ojos. Con
cuidado aprieta su cuerpo más hacia él, procurando no despertarlo. Aún no
amanece y en este momento las imágenes se suceden en su memoria trayendo
miradas, caricias, emociones, sensaciones. Vuelve a sentir aquellas manos tomando
su pelo, sobre su piel, recorriendo su espalda, acariciando sus muslos,
apretando sus pechos, tomando con firmeza sus caderas… buscándola,
descubriéndola, aprendiéndola.
En este preciso momento se siente única, especial,
amada y valorada como nunca antes. Con su cabeza descansando sobre uno de los brazos
que ahora la cobijan y envuelven, se reconoce contenida, protegida, segura. Decide
volver a dormir, mecida delicadamente por el movimiento de ese cuerpo al
respirar. Despertará cuando él susurré en su oído Buenos días y se volverá con una sonrisa para encontrar esos ojos en
los que podría perderse eternamente, feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario